Sobre la religión
Cruz del cristiano
Yo siquiera ser cristiano
y conocer la madera
de la cruz de mis hermanos.
Porque los tengo a mi lado,
porque pasan por mi vera.
Sin ninguna diferencia
de una plana cualquiera.
Quiero observar la madera,
quiero hacerme carpintero.
Quiero conocer mi cruz,
si me lo permite el cielo.
Es mi cruz la que me salva,
es mi cruz la que me guía.
Es mi cruz la que me alienta,
es mi pan de cada día.
Es mi cuerpo su madero,
son mis brazos su armonía.
Puedo andar por su equilibrio,
soy la cruz que no veía.
Ya no vivo en las tinieblas,
ya no vivo en la agonía.
Ya no vivo en la pobreza
de la envidia que tenía.
Ya me abrieron mis ojos
a la luz que no veía.
A la luz que me alumbraba
por la noche y por el día.
Y al aire que me rodeaba
hasta cuando yo dormía.
Y a la tierra que me amaba,
y además me alimentaba,
y al tiempo me sostenía.
Cristo de la columna
Al Cristo de la columna
atado como un cordero,
en el pueblo de Fortuna
lo bendice el mundo entero.
Hombres sin corazón
vendidos por el dinero,
al Cristo de la columna
le cargaron un madero.
A fuerza de latigazos
varias veces cayó al suelo,
con la cara ensangrentada
y la mirada en el cielo.
Unos hombres desalmados
de corazón negro y fiero,
le iban cruzando la cara
con un látigo de acero.
Por un angosto camino
que en calvario convirtieron,
ese poder de los hombres
y ese poder del dinero.
Le están clavando los clavos
a Jesús el Nazareno,
y es la cadena que gira
por la muerte del Cordero.
Ya está clavado en la Cruz
con los ojos en el Cielo,
pidiéndole al Padre Eterno
que perdonara a su pueblo.
La tierra se estremeció
y se rasgaron los cielos,
por la culpa del poder
y de ese maldito dinero.
Sigue el mundo atormentado
y aquel Cristo del madero,
sigue atado a la columna
como si fuera un cordero.
Mira Jesús a estos hombres
que de aquellos renacieron,
lo que hicieron contigo,
igual con otros hicieron.
Porque el poder de los hombres
es verdugo de corderos,
que claman con sus lamentos
para que lleguen al cielo.
¡Ay, Cristo de la columna!
te pide perdón el pueblo,
y quiere que en su Fortuna
seas Tú lo primero.
¡Ay, Cristo de la columna!
perdona otra vez al pueblo,
y que su nombre de Fortuna
lo confirmes Tú en el cielo.
La madera
Yo gritaría tan fuerte
que el mundo entero me oyera,
y expresar mi sentimiento
de que el hombre esté tan ciego
como un trozo de madera.
Nunca fue suficiente
pruebas puras y sinceras,
ni los milagros de Cristo
para que el hombre creyera,
que Dios, es un Dios del bien
y Rey de la tierra entera,
lo confirmó con Jesús
para que el hombre entendiera,
que no viene de él la muerte
ni el dolor ni las quimeras.
Viene del ser que es malo
y de su ambición fiera,
y del hombre que es tan ciego
como un trozo de madera.
Después de haber hecho el mal
todos dicen: sea lo que Dios quiera
le cargan «el muerto» a Dios
y siguen siendo madera.
No dicen la verdad
Las religiones al mundo
no le dicen la verdad,
los gobiernos que mandan
aún nos mienten mucho más.
Religión y gobernantes
estudian para engañar,
unos vendan los ojos
los otros ponen el bozal,
y todos los ignorantes
son cómplices de su mal,
por creerse las mentiras,
igual que Eva y Adán,
arruinándose sus vidas
y a toda la humanidad.
Habéis de saber, amigos,
que aún existe Satanás,
aquel que engañó a Eva
y Eva engañó a su Adán.
Así rodó la cadena,
así se produjo el mal,
así se encuentra la tierra
a merced de Satanás.
¡Atentos a las mentiras,
son las semillas del mal!.