El hombre en este mundo
es parecido a un ratón,
que por un trozo de queso
se busca su perdición,
para siempre queda preso
igual que el trozo de queso
que aquel ratoncillo olió.

Por no utilizar el seso
el hombre como el ratón,
en la trampa queda preso
de aquel que le puso el queso
para cazarlo mejor.

Nunca se ha visto una trampa
ni anzuelo de pescador,
sin el cebo pertinente
sin esconder su traición.

El hombre y el desatino
se guían por el olor,
y no ven que en su interior
está el engaño escondido.