Pongan todos atención
de lo que voy a contar,
el caso de un delincuente
y quien lo arrastró a tal mal.
Tenía catorce años, cuando empezó a ligar,
un guardia uniformado
lo multó por circular,
por la derecha o la izquierda
para el caso es igual.
Allí empezó la cadena
de inocente a criminal,
fueron cien pesetas
las culpables de todo mal.
Como tan solo era un niño
no tenía con qué pagar,
en cambio tenía un padre
al que temía a rabiar.
El no encontró otra salida
y se inclinó por robar,
y pagar aquella multa
sin que se entere papá.
Se gobernó una pistola
que parecía de verdad,
y al cajero de una tienda
lo encañonó por detrás.
Cogió las cien pesetas
aunque en el cajón había más.
Temblando salió corriendo
y se perdió por la ciudad,
pagó la multa enseguida
y se quedó todo en paz.
Fue el primer eslabón
puesto por la autoridad,
que empujó a un inocente
por el camino del mal.
Como aquello salió bien
fue el principio del hilar,
volvió de nuevo a la carga
ya con armas de verdad,
hasta formar la madeja
dispuesta parar matar,
por la semilla primera
que puso la autoridad.
Se convirtió en delincuente
y asesino sin piedad,
aquel niño inocente
que circuló una vez mal.