Angustia desesperada
por la lucha del vivir.
En un mundo de morir
como semilla preñada,

Muere el niño del ayer
y nace el hombre del mañana,
y sigue, y sigue muriendo
como el tiempo en la jornada.

Y al mismo tiempo surgiendo
nueva vida transformada,
pareciéndose muy poco
a la que ya fue pasada.

Tan sólo queda el recuerdo
o alguna huella marcada
en el polvo del camino,
si es que no ha sido borrada.