Al trabajo y al esfuerzo
No seas testarudo
Ni recuerdos del pasado
ni promesas del futuro,
no muelen en el presente
ni lo blando ni lo duro.
El que se muere de hambre,
¿de qué le sirve el futuro,
de qué le sirve el pasado
si se encuentra sin un duro?.
Espabila buen lector
y no seas testarudo,
es el presente el que muele
trigo blando y trigo duro.
Lo que muelas comerán
tus hijos en el futuro.
Zánganos peregrinos
La vida de los obreros
es más torpe que un camino
porque aguantan los abusos
de zánganos peregrinos,
y después se van quejando
con insultos matutinos,
echando la culpa a Dios,
lo que nunca hace el camino.
Dios le dio la libertad
y a cada uno sus sentidos,
para poder defenderse
armas dio hasta al camino.
Lo sabe el hombre muy bien
del abusar del camino,
donde tropieza y perece
el zángano peregrino.
El cuento
Soy poeta aficionado
digo en verso la verdad,
que esta vida es un cuento
que hay que saberlo contar,
si quieres vivir del cuento
a costa de los demás.
Tendrás que ser funcionario
de un gobierno regional,
rama del tronco cuento
o del cuento tronco principal.
El que no se aprenda el cuento
será un currante más,
para que vivan del cuento
los que o saben contar,
aunque tengan menos gracia
que una -mierda- en un cristal,
vivirán siempre del cuento
y el currante de currar.
Cambiar
En vez de rezar arar
para sembrar las semillas
de dónde emana la paz.
De donde emana la vida
la miel de todo panal,
de las flores de los campos
del fruto del bien arar.
En vez de rezar arar
es lo que espera la tierra,
es lo que espera el mar,
es lo que espera le viento
el sol y el Dios celestial.
En vez de rezar arar,
es la forma de cambiar
toda guerra por la paz,
el dolor por el placer
y el odiar por el amar.
En vez de rezar arar.
No esperes
No esperes que venga un ángel
para que cave tu higuera
y para que no te canses
también te pele las brevas.
Porque el ángel no vendrá,
porque el ángel siempre está
en las manos que son buenas,
en las manos que se dan
donde no existen fronteras.
Al humilde alpargatero
Amigo profesional
tu trabajas con esmero,
tu producto se verá
arrastrado por los suelos.
No te importa las tormentas
ni las lluvias ni los hielos,
quien destroza tu trabajo
solamente lo hace el suelo.
No te molestes amigo
que no te dé desconsuelo,
porque Dios quiso que fueras
un humilde alpargatero,
haciendo ruedas para humanos
de millones de modelos,
tú llegarás enseguida
a ser un buen zapatero.
Emperadores y reyes
artistas y toreros,
tendrán que pagar el arte
de aquél que fue alpargatero.
El valor del trabajo
El trabajo más honrado
que está debajo del sol,
es el más sacrificado
y es el que sabe mejor.
El que lo hace está pisado
y empapado de sudor,
y además amenazado
por quien no sabe de amor.
En la mesa del que manda
está presente el sudor,
está presente la sangre
del que fue su productor.
En la mente del que manda
se devana la ambición,
y no ve que en sus banquetes
está presente el sudor,
está presente la sangre
de su hermano, el productor.
Gobernante y sembrador
Gobernantes de la tierra
aprender del sembrador,
cómo prepara sus campos
cómo hace su labor.
Cómo las malas semillas
las quema en un rincón,
cómo a las buenas semillas
les da cariño y amor.
Las reparte en sus campos
para que crezcan mejor,
aprovechando la lluvia
la luz, el aire y el sol.
Gobernante si aprendieras
de ese buen sembrador,
tu tendrías tu merecido
si no del hombre, de Dios.
El sustento
Todos los seres se afanan
por conseguir su sustento,
unos lo hacen trabajando
otros lo hacen pidiendo,
y un número muy elevado
éstos, lo hacen «sustrayendo».
Así de fino se expresa
el autor que está escribiendo,
de la forma de comportarse
todo el que busca el sustento.
El que suda lo que come
a éste, le sabe mas bueno,
y aprecia en buena medida
a ese bendito sustento.
Revolución en el sistema
Hombres que trabajáis el mar,
hombres que trabajáis la tierra,
¿por qué vivís arrastrados?,
¿por qué morís de miseria?.
¿Por qué secundáís el juego
a esa raza de culebras,
que os chupan vuestra sangre
lo mismo que sanguijuelas?.
Rechazad toda ambición
por las malditas monedas.
Os basta con vuestro mar,
os basta con vuestra tierra.
Para nutrir vuestro cuerpo
tenéis la despensa abierta,
y no hacen faltas peleas,
ni el dinero, ni las guerras.
Tan sólo la voluntad
para cuidar vuestra tierra,
que es la que os da el pan,
es la que llena la cesta,
y el que no quiera cuidarla
que coma polvo de ella.
El que no quiere ver
No hay ciego que sea tan ciego
que aquel que no quiere ver;
la ley de Dios es sencilla
y tan buena como Él,
pero el hombre la transforma
no haciendo las cosas bien;
¿es tan difícil la ley
para saber y entender,
que, aunque la fe sea buena,
si siembras en un camino
nunca nos podrá dar cien?.
Si das uno, Dios da ciento,
está escrito y es muy cierto;
quien no lo quiere entender
y lo interpreta al revés,
nos está dando a entender
que lo que quiere es comer
sin nada que hacer
ni por nadie, ni por él;
¿quién se encuentra excluido
de dar el uno por el cien?.
Pues no es bueno que el hombre
por no querer trabajar,
quiera vivir del cuento
a costa de los demás.
No es mi mano
Mi mano no es la que escribe,
lo hace mi corazón.
Va grabando lo que siente
por tanta falta de amor,
y me duele intensamente
que haya tanta incomprensión,
sin que repare la gente
en las cosas de valor.
Bueno es que el grano caiga
donde haya buena labor,
porque en la tierra baldía
se entristece el sembrador;
pero Dios lo está mirando
y le dice suavemente
¡adelante, sembrador!.
A tí sembrador
A ti, sembrador que siembras
las semillas de amor:
eres tú una maravilla
en los campos del Señor.
Aguantando las tormentas,
las heladas y el calor,
con esa firme paciencia
tú preparas la labor,
dando surco tras surco
con muchísima ilusión.
Ya vas viendo la cosecha,
ya le cantas tu canción,
y la riegas con tu frente
como si fuera una fuente
que brota a fuerza de amor.
Las semillas la presienten
la bondad del sembrador,
cómo prepara la cuna,
cómo mulle su colchón.
Ellas son como niños,
lo sabe el sembrador;
por eso les da cariño
y las riega con sudor.
Desde el cielo Dios te mira
y te quiere, sembrador.