Sana dignidad

Todo aquel que no posea
una sana dignidad,
que no se acerque a la sangre
ni al sudor de los demás,
ni a los frutos que procuran
para bien o para mal.
Si lo hace será reo
en mayor intensidad,

Dios nos dio inteligencia
y nos dio la libertad,
y también nos dio conciencia
para apartarnos del mal.
Este don está latente
en el ser en general,
y en las manos de la gente
está la guerra y la paz.

Es la guerra quien mantiene
al cruel Satanás,
es la paz la que florece
en la sana dignidad,
de los seres que se gozan
con el bien de los demás.

Humilde soñador

Poesía que defiendes
la verdad de la razón,
vas llorando, vas cantando
alegrando el corazón,
y en tus estrofas sembrando
las semillas del amor.

Quien te quiera y quien te estime,
quien aprecie tu valor,
sin saber de donde viene
le darás tu bendición.

Tú regalas lo que tienes
eres perfume de flor,
eres alas del alma
de este humilde soñador.

Agobio


¿De qué sirve al Rey ser Rey
y al Papa Su Santidad,
si al nacer no hay diferencias
y al morir nos pasa igual?.

¿Por qué este agobio de vida
de luchas y rivalidad?.
Si después de un breve tiempo
que lo empleamos tan mal,
todo lo que es de la tierra
a la tierra volverá.

Tierra buena, tierra santa
tierra que todo lo das,
tierra que nada nos pides,
tierra que bien nos recibes
cuando la vida se va.

La vida es la semilla
que germina sin cesar.
Al llegar su plenitud
empieza la cuenta atrás,
al fin ocupando el sitio
de su originalidad.

No darse es morir

¡Pobre mundo infeliz!
por no saber que no darse
es no poder recibir.
Es no poder gozar
es no poder vivir.
Es el peor pesar,
la peor enfermedad,
es el peor sufrir.
No darse es morir.

Pensar mañanero

Se alegran hasta la piedras
de mi pensar mañanero,
de mi guerra sin cuartel
buscando un amor sincero.

Buscando el amor perdido,
el amor de los consuelos.
Ese amor que no se esconde
y hasta nace en el suelo.

Donde los hombres lo pisan
como si estuvieran ciegos,
sin entender que en la hierba
está el amor de los cielos.

Están las leyes de Dios,
está lo blanco y lo negro.
Está lo bueno y lo malo
y ese error traicionero.

Ese error que tanto duele
porque no tiene remedio.
Porque la flor que se pisa
no perfuma más el suelo.

De inocente a criminal

Pongan todos atención
de lo que voy a contar,
el caso de un delincuente
y quien lo arrastró a tal mal.
Tenía catorce años, cuando empezó a ligar,
un guardia uniformado
lo multó por circular,
por la derecha o la izquierda
para el caso es igual.

Allí empezó la cadena
de inocente a criminal,
fueron cien pesetas
las culpables de todo mal.
Como tan solo era un niño
no tenía con qué pagar,
en cambio tenía un padre
al que temía a rabiar.

El no encontró otra salida
y se inclinó por robar,
y pagar aquella multa
sin que se entere papá.
Se gobernó una pistola
que parecía de verdad,
y al cajero de una tienda
lo encañonó por detrás.

Cogió las cien pesetas
aunque en el cajón había más.
Temblando salió corriendo
y se perdió por la ciudad,
pagó la multa enseguida
y se quedó todo en paz.
Fue el primer eslabón
puesto por la autoridad,
que empujó a un inocente
por el camino del mal.

Como aquello salió bien
fue el principio del hilar,
volvió de nuevo a la carga
ya con armas de verdad,
hasta formar la madeja
dispuesta parar matar,
por la semilla primera
que puso la autoridad.
Se convirtió en delincuente
y asesino sin piedad,
aquel niño inocente
que circuló una vez mal.