El valor del trabajo

El trabajo más honrado
que está debajo del sol,
es el más sacrificado
y es el que sabe mejor.

El que lo hace está pisado
y empapado de sudor,
y además amenazado
por quien no sabe de amor.

En la mesa del que manda
está presente el sudor,
está presente la sangre
del que fue su productor.

En la mente del que manda
se devana la ambición,
y no ve que en sus banquetes
está presente el sudor,
está presente la sangre
de su hermano, el productor.

Gobernante y sembrador

Gobernantes de la tierra
aprender del sembrador,
cómo prepara sus campos
cómo hace su labor.

Cómo las malas semillas
las quema en un rincón,
cómo a las buenas semillas
les da cariño y amor.

Las reparte en sus campos
para que crezcan mejor,
aprovechando la lluvia
la luz, el aire y el sol.

Gobernante si aprendieras
de ese buen sembrador,
tu tendrías tu merecido
si no del hombre, de Dios.

El sustento

Todos los seres se afanan
por conseguir su sustento,
unos lo hacen trabajando
otros lo hacen pidiendo,
y un número muy elevado
éstos, lo hacen «sustrayendo».

Así de fino se expresa
el autor que está escribiendo,
de la forma de comportarse
todo el que busca el sustento.

El que suda lo que come
a éste, le sabe mas bueno,
y aprecia en buena medida
a ese bendito sustento.

Revolución en el sistema

Hombres que trabajáis el mar,
hombres que trabajáis la tierra,
¿por qué vivís arrastrados?,
¿por qué morís de miseria?.

¿Por qué secundáís el juego
a esa raza de culebras,
que os chupan vuestra sangre
lo mismo que sanguijuelas?.

Rechazad toda ambición
por las malditas monedas.
Os basta con vuestro mar,
os basta con vuestra tierra.

Para nutrir vuestro cuerpo
tenéis la despensa abierta,
y no hacen faltas peleas,
ni el dinero, ni las guerras.

Tan sólo la voluntad
para cuidar vuestra tierra,
que es la que os da el pan,
es la que llena la cesta,
y el que no quiera cuidarla
que coma polvo de ella.

El que no quiere ver

No hay ciego que sea tan ciego
que aquel que no quiere ver;
la ley de Dios es sencilla
y tan buena como Él,
pero el hombre la transforma
no haciendo las cosas bien;
¿es tan difícil la ley
para saber y entender,
que, aunque la fe sea buena,
si siembras en un camino
nunca nos podrá dar cien?.

Si das uno, Dios da ciento,
está escrito y es muy cierto;
quien no lo quiere entender
y lo interpreta al revés,
nos está dando a entender
que lo que quiere es comer
sin nada que hacer
ni por nadie, ni por él;
¿quién se encuentra excluido
de dar el uno por el cien?.

Pues no es bueno que el hombre
por no querer trabajar,
quiera vivir del cuento
a costa de los demás.

No es mi mano

Mi mano no es la que escribe,
lo hace mi corazón.
Va grabando lo que siente
por tanta falta de amor,
y me duele intensamente
que haya tanta incomprensión,
sin que repare la gente
en las cosas de valor.

Bueno es que el grano caiga
donde haya buena labor,
porque en la tierra baldía
se entristece el sembrador;
pero Dios lo está mirando
y le dice suavemente
¡adelante, sembrador!.