Muro de silencio

Entre tu vida y la mía
hay un muro de silencio,
de ortigas y madreselvas
de cal, de piedra y cemento,
que no lo puedo escalar
ni aunque yo fuera viento.
Me siento tan confundido
ese muro es mi tormento.

Tu, estás casada con otro
y yo, te sigo queriendo,
eres sangre de mis venas
eres mi vida y mi aliento.

Un día jugando tu niño
vi que le diste un beso,
y cuando lo dejaste solo,
como un ladrón en acecho,
alcé tu niño del suelo
y en su cara de amapola
robó mi boca tu beso.

Cuando a solas yo me encuentro
acaricio tu pañuelo,
y me dá la sensación
que estoy tocando tu cuerpo.

Locura desesperada
soy un velero sin viento,
soy como un río sin agua.
yo, soy un hombre sediento.

El acierto del amar

Yo soy parte del sistema
de la forma del amar,
unas veces hago bien
otras veces hago mal,
haga lo que haga en la vida
sólo lo hago por amar.

Cuando acierto me contento,
cuando no, me siento mal.
Es el riesgo de la vida
es el riesgo del amar,
no se moverá ni un pelo
sin el motivo de amar.

Nadie quiere el desatino
a nadie le gusta el error,
nadie tiene la certeza
de que es, lo que es mejor.
Sólo después de pasado
se ve el acierto o el error,
para no seguir errando
es mejor pedir perdón,
por supuesto, a Dios primero
y a los hombres posterior.

Mundo de amar

Yo me atrevería a decir
que aman hasta las piedras,
que ama el agua del mar
y ama la tierra entera.

Aman la luna y el sol
ama la sangre a las venas,
ama el viento a las montañas
las montañas a las fieras,
las fieras a sus cachorros
y los cachorros a sus madrigueras.

Este es un mundo de amar
cada uno a su manera,
de aciertos y desatinos
de un amor sin fronteras.

Camino del sistema

El mundo se arreglaría
simplemente con cambiar,
el valor de las monedas
por el valor del amar,
formando parte integrante
del sistema decimal,
siendo moneda de cambio
la manera de actuar.

Se terminarían las guerras
y siempre tendríamos paz,
se perdería la ambición
y ese afán de acaparar.

Las riquezas las tendrían
aquellos que amaran más,
ganando así la partida
al cruel de Satanás.

Reproche

Hombres de la tiranía
hombres de rivalidad,
estáis perdiendo la vida
y el gran placer del gozar.

No conocéis la gloria
del potencial del amar,
el que quiera ser feliz
ha de estar con Dios en paz.

Para que se cumpla eso
hay que amar a los demás,
arrancando las espinas
que nos hieren más y más.

Es la envidia que tenemos
del interés material,
lo que impide que gocemos
del amor que Dios nos da.

El paraíso soñado

El amor es la semilla,
el hombre el sembrador,
la tierra una maravilla
si se cuida con tesón.

Si el hombre fuera obediente
desterrando la ambición,
tendríamos el paraíso
que al principio Dios creó.

Sustituyendo las penas
por la gloria y la canción,
y las espinas por flores
y las flores por amor,
sin pensar en la codicia
de siempre, querer ser flor.