Por un puñado de plata

Las gentes de las naciones
son como tierra abonada,
quienes gobiernan y mandan
ahogan la buena semilla
y están sembrando cizaña.

Promueven todas las guerras
por un puñado de plata,
hombres sin corazón
peores que alimañas,
que envenenan el planeta
por sus malditas ganancias,
que les servirán de cuerda
en sus respectivas gargantas.

Hay una rueda que gira
de aquella Historia Sagrada,
si entonces Judas se ahorcó
hoy los «judas» se ametrallan,
y gira y gira la rueda
que resuena en las entrañas,
de aquellas conciencias sucias
extranjeras o de España.

La pasta

¡Vaya rollo que es la pasta!
de ese dinero cabrón,
que convierte al hombre en máquina
y a la mujer en robot.

Y a los niños pequeñitos
en barquitos sin timón;
cuidados en criaderos
como se cría el arroz.

Para trasplantarlos luego
y esperar al segador,
con una conciencia ciega
sin conocer el amor.

Empiezan siendo tornillos
y terminan de motor.

Liberado

Gracias te doy, Señor,
porque del mal me has liberado.
Nunca tuve poder
ni dinero demasiado;
con estos dos elementos
siempre el hombre fue engañado,
y, olvidándose de ti,
se hizo él mismo un desgraciado.

El poder está en el demonio
y en el dinero su criado,
cuando se juntan los dos
pobre del que esté a su lado.