Soy alcalde

Soy alcalde de ciudad
y rey de la carretera.
Soy el dueño del asfalto,
de bordillos y de aceras.

Todo osado que pise
que prepare la cartera,
para mi y mis hermanos
y para algunos colegas.

Para eso soy alcalde
para hacer cuanto yo quiera,
para cobrar comisiones
a quién mueva una piedra.

Para eso tengo mis guardias
armados como fieras
por si alguno se resiste
lo meto en la perrera.

Porque soy el alcalde
y el rey de la carretera,
hermano de mis hermanos
y de algunos colegas.

Para meter las manos
en la bolsa o la cartera,
de los tontos que me votan
para que haga lo que quiera.

Reyes y gobernantes

Reyes y gobernantes
que imponen leyes y normas,
aquí tenéis a un mortal
que rechaza esas reformas.

Dios no impuso nunca nada
sólo aconsejó las formas,
para que el hombre viviera
sin peligro de las sombras,
de reyes y gobernantes
retorcidos como sogas.

¿Donde está la libertad
que Dios dejó en igualdad,
para tí, para los tuyos y
para todos los demás?.

España, cesto destrozado

Triste cesto destrozado
que fuiste tan mal tratado,
por las malignas termitas
de caprichosos saciados.

Tu encontraste el camino
un ser que fue destinado,
por un poder infinito
porque fueras restaurado.

Con el paso de los años
el cesto fue coronado,
con miles de florecitas
que disfrutó el ser humano.

Pero volvió la desgracia
del guiado despiadado,
de termitas insaciables
y el cesto lo han destrozado.

Pido al Todopoderoso
por el bien del ser humano
que el cesto que tanto ama
pronto sea restaurado.

Debates y traición

Debates y más debates
envueltos en corrupción
acusaciones y muerte
a quién descubre al traidor.

Es la cadena que gira
es la cadena de Dios.
Si a su hijo lo mataron
¿qué esperará el pecador?.

El demonio es muy astuto
y aprovecha la ocasión
para engañar a la gente
y quedar como un -señor-.

Pero temblará la tierra
y sembrará el malhechor
como el día que mataron
al enviado de Dios.

Tristes campos

Qué tristes están los campos
cuando la gente se va,
por esos malos mandantes
que no saben gobernar.

Roban todo lo que pueden
para enriquecerse más,
con los impuestos que ahogan
a toda la humanidad.

Nada en el campo es rentable
porque tragan más y más,
esos malvados mandantes
que viven como -marajás-.

Qué tristes están los campos
desde que ellos ya no están,
como suben los impuestos
los culpables de todo mal.

Malditos sean

Malditos sean los hombres
que los impuestos imponen
porque ellos tienen la culpa
de que el mundo entero llore,
de que el mundo entero sufra
guerras, muertes y temores.

Porque te quitan el pan
que ganaste con sudores,
y a eso le llaman justicia
un puñado de cabrones,
elaborando sus leyes
en despachos y sillones.

El débil se muere de hambre
y ellos se llaman señores,
esos malditos canallas
asesinos y ladrones,
que van sembrando cizaña
en el campo de las flores.