La tierra está sembrada
de angustia y de dolor,
por culpa de los que mandan
los rebaños del Señor.
Ellos fueron elegidos
pastores de su nación,
para llevar su ganado
por la senda del amor.
En vez de mirar al cielo
dando gracias a su Dios,
cumpliendo bien su mandato
y siendo fiel servidor.
Se ciegan con el dinero
y esa maldita ambición
que arrastra al mundo entero
por la senda del horror.
Ellos serán los primeros
de entregar cuentas a Dios.
Si el rebaño está perdido
es por culpa del pastor.