Voy a escribir un verso
que habla del bien y del mal.
Dios nos dejó respuestas
y nos dio la libertad,
aunque existen miles de ellas,
de una sola tratará.
Es el agua con el fuego
igual que el bien con el mal,
es señal muy evidente
que no se sabe apreciar,
aunque siempre esté latente
para poder rectificar.
Fíjense en su naturaleza
y en su forma de actuar,
si el agua cae en el fuego
a éste lo apagará;
aunque alguna de esta agua
evaporada se verá,
y elevada por el viento
depurada volverá.
Es la gracia divina
que no se extingue jamás,
el fuego se queda negro
y el agua aún brilla más.
En la vida de los hombres
estas cosas son igual,
unas son fuego terrible,
otras aguas que se van,
otras el agua dispuesta
a enfrentarse con el mal;
el que muere en el intento
no está muerto, brilla más
y el fuego que haya apagado
este negro quedará.
Invito al mundo entero
y a las aguas que se van,
que juntos todos sin miedo
apaguemos de una vez el mal,
que para siempre brillemos
sin subir y sin bajar.