El amor es la semilla,
el hombre el sembrador,
la tierra una maravilla
si se cuida con tesón.

Si el hombre fuera obediente
desterrando la ambición,
tendríamos el paraíso
que al principio Dios creó.

Sustituyendo las penas
por la gloria y la canción,
y las espinas por flores
y las flores por amor,
sin pensar en la codicia
de siempre, querer ser flor.