No hay ciego que sea tan ciego
que aquel que no quiere ver;
la ley de Dios es sencilla
y tan buena como Él,
pero el hombre la transforma
no haciendo las cosas bien;
¿es tan difícil la ley
para saber y entender,
que, aunque la fe sea buena,
si siembras en un camino
nunca nos podrá dar cien?.

Si das uno, Dios da ciento,
está escrito y es muy cierto;
quien no lo quiere entender
y lo interpreta al revés,
nos está dando a entender
que lo que quiere es comer
sin nada que hacer
ni por nadie, ni por él;
¿quién se encuentra excluido
de dar el uno por el cien?.

Pues no es bueno que el hombre
por no querer trabajar,
quiera vivir del cuento
a costa de los demás.