Cuando me cruzo en la calle
con un joven marroquí,
me acuerdo que fui emigrante
y añoraba a mi país.
Con mi familia soñaba
y el lugar donde nací.
El Dios que yo adoraba,
nunca se apartó de mi,
como creo que tampoco
de este joven marroquí.
Aunque el mundo lo maltrate
es un hombre para mi,
andando por el sendero
que un día yo recorrí,
en un país extranjero
recordando a mi país.
Aunque mordido por tus perros
emigrante marroquí,
llevas dentro el estandarte
del amor por tu país.