España es como un árbol
que el dueño descuidó,
de podarlo y fumigarlo
y de plagas se llenó.

El árbol no dice nada
porque le falta la voz,
pero el pobre se entristece
y se pierde su esplendor.

Porque es más grande la plaga
que el potencial de su acción,
retrocediendo la sabia
se pararía su función.

Ya sin hojas y sin frutos
nos demuestra su dolor.
Hay que cuidar las hojas
para que pueda haber flor.