Malditos sean los hombres
que los impuestos imponen
porque ellos tienen la culpa
de que el mundo entero llore,
de que el mundo entero sufra
guerras, muertes y temores.

Porque te quitan el pan
que ganaste con sudores,
y a eso le llaman justicia
un puñado de cabrones,
elaborando sus leyes
en despachos y sillones.

El débil se muere de hambre
y ellos se llaman señores,
esos malditos canallas
asesinos y ladrones,
que van sembrando cizaña
en el campo de las flores.