Mi mano no es la que escribe,
lo hace mi corazón.
Va grabando lo que siente
por tanta falta de amor,
y me duele intensamente
que haya tanta incomprensión,
sin que repare la gente
en las cosas de valor.

Bueno es que el grano caiga
donde haya buena labor,
porque en la tierra baldía
se entristece el sembrador;
pero Dios lo está mirando
y le dice suavemente
¡adelante, sembrador!.