¡No me cortes, visitante!
no me alejes del rosal,
que mis pétalos se mueren
con mayor celeridad.
Aunque me pongas con agua
entre la plata y el cristal,
yo seguiré estando triste
llorando por mi rosal.
El capricho de los hombres
le hace a la rosa llorar,
hace sufrir a su rama
y hasta el tronco del rosal.