Señor levanta tu mano
paraliza a todo ser,
y haz que broten tus fuentes
del espíritu del bien.
No dejes que nazca el barro
para ser barro otra vez,
después de tantos dolores
y de tanto padecer.
Es el barro quien te habla
alfarero de mi bien.
Señálame tú el camino
que no me quiero romper,
y querer agradecerte
amando yo también.