No hay terrorismo mayor
que quien provoca pobreza,
con los impuestos que ahogan
al que genera riqueza,
gente de poca cultura
pero de mucha nobleza.
Con el sudor de sus frentes
inclinando sus cabezas,
dando gracias a su Dios
y a su gran naturaleza,
para que el genio maligno
no le robe sus riquezas.