La sabiduría del pobre
siempre ha sido despreciada,
y sus palabras sencillas
nunca fueron escuchadas.

Nunca tuvo recompensa
en esta tierra malvada,
siempre ha sido pisoteado
por bestias bien enjaezadas.

Ha sido tan mal mirado
como el arado y la azada,
siendo tan indispensables
como el trigo y la cebada,
como el pan de cada día
y la lluvia en la sembrada.